
El caso margariteño es particular ya que las construcciones militares coloniales se convirtieron en elementos fundamentales para el poblamiento de la isla, desarrollándose en torno a ellas centros urbanos con sus propias expresiones culturales nunca descontextualizando a su “castillo o Fortín”.
En la actualidad percibimos como los pobladores de manifiestan profundo sentido de identidad y comprensión hacia estas edificaciones, haciéndolas parte de sus vidas cotidianas aún cuando muchos de estos espacios se encuentran actualmente en estado de abandono por políticas poco asertivas sobre su conservación, que se expresa en intervenciones parciales o en otros casos, en ninguna intervención.
Introducción
La posición geográfica estratégica de estas costas para el dominio de la disputada área del Caribe, y el comercio de estas mercancías atraía a otros colonizadores, y a piratas y corsarios de diversas nacionalidades. Es por ello que los españoles debieron organizar su defensa en estas tierras con un sistema de fortificaciones bien estructurado.
El sistema fortificado de la Isla de Margarita, en la región insular, y de Cumaná, en tierra firme, defendían la entrada por el este desde el Océano Atlántico a las costas de todo el territorio de las Provincias de lo que hoy es Venezuela. Agotados los placeres de perlas de Nueva Cádiz de Cubagua, los pobladores emigraron a la vecina Isla de Margarita, a raíz de este hecho las fortificaciones cumplieron un papel muy importante pues permitieron establecimiento de la población en el territorio, defendiendo las costas con sus puertos y los valles del interior que albergaban las villas.
Ubicación y Reseña Histórica
El Castillo San Carlos de Borromeo, es una construcción militar de la época del virreinato de Nueva España, ubicado en la bahía de Pampatar, Isla de Margarita, Venezuela. Su construcción tomó aproximadamente 20 años, iniciada en 1622, 40 años después el castillo fue destruido por completo por piratas y 2 años después empezó a reconstruirse; culminando dicha construcción 20 años después, en 1684. En los subsiguientes años el castillo fue destruido y reconstruido en muchas ocasiones
La Percepción Del Castillo San Carlos Borromeo
El Castillo de San Carlos Borromeo en Pampatar dentro del complejo de fortificaciones de la isla, tanto por sus dimensiones y atractivos se convierten en hitos urbanos, así como por su emplazamiento, que le permite un cómodo acceso desde la ciudades que lo alberga que es Pampatar. Asimismo pose recursos que, aunque no constituyen todo lo deseable para una correcta interpretación del sitio, son facilidades para el visitante con las cuales no cuentan otras edificaciones militares de los periodos colonial y republicano.
Constituyen una presencia relevante para la población, así como punto de interés obligado para todo el turista local, nacional e internacional que visita la entidad. es percibidas como parte de los escasos bienes culturales inmuebles
Si bien estos sitios son calificados como dignos de visitar, cabe preguntarse ¿de qué manera son apreciados por el público en general? ¿Hay diferencia entre la visión que de ellos tienen las operadores de las agencias de viaje y la visión de los margariteños? La óptica de los primeros los clasifica más que todo como sitios agradables por sus características particulares, por los hechos y personajes históricos a los cuales están asociados cuyos relatos se pueden resumir en una o dos cuartillas a lo sumo, y por su excelente condición de miradores, desde donde se puede observar un hermoso y completo panorama de las zona donde se localiza.
La Identificación De La Población Residente
En los pobladores locales, especialmente los de mayor edad, hay un gran arraigo y un sentimiento de pertenencia en relación con estos Castillos, que no encuentra palabras para una sencilla explicación, pero que indudablemente está ligado, por una parte a valores tangibles como son:
- Su imponente presencia física, por sus dimensiones y tipología espacial,
- Su sistema constructivo de muros de piedra, muy poco común en el ámbito local,
- Su ubicación preeminente dentro del contexto urbano y paisajístico, que los convierte en excelentes miradores.
Más allá de las características físicas, es de gran repercusión el valor intangible que los relaciona con la gesta independentista del siglo XIX y sus personajes cimeros, los héroes y heroínas que vivieron de alguna manera en esos espacios.
Sin embargo, es poco lo que se conoce de tiempos más remotos en la historia (de la construcción de estas obras tan particulares con sus cualidades para el cumplimiento de sus objetivos militares), y por tanto no se ha establecido una identificación entre las actuales habitantes de la isla y los artífices y operarios que hicieron posible la existencia y desarrollo de estos inmuebles. No se reconoce su valor creativo y estratégico, que independientemente de cuestiones ideológicas, tienen una gran significación, especialmente considerando las difíciles condiciones de vida de la época, la dificultad para procurarse los materiales de construcción y mano de obra capacitada.
Pero este sentimiento de reconocimiento, y posteriormente de pertenencia, puede ser estimulado y acrecentado con la difusión del conocimiento de los diversos valores de este patrimonio.
Los factores ambientales se conjugan magistralmente, de forma más cuidada que en otros edificios, con los aspectos formales y funcionales Hay que hacer notar que el emplazamiento de una edificación fortificada no es producto de la casualidad: la ubicación en puntos estratégicos depende de muchos factores que son estudiados previamente.
La razón por la cual en la actualidad es considerados como uno de los mejores miradores de toda el área se deriva de esta selección, donde interviene determinantemente el potencial natural y urbano del sitio, que luego va a combinarse con la maestría del diseño para el uso militar, utilizando un profundo conocimiento de las armas, de táctica y estrategia, que le permita un funcionamiento adecuado. La palabra “diseño” tiene su plena expresión en estas fortificaciones donde cada parte tiene su función específica, cada una tiene una forma particular de relacionarse con las otras. Y a su vez cada edificación defensiva se integra a los otros componentes del sistema fortificado, pues en este funcionamiento se juega la permanencia del poder político, económico y social del sitio, que es algo de fundamental importancia para la sociedad que las genera.
La Función Original
Quizás en la realidad el papel de las fortificaciones fue más persuasivo que activo en la defensa de estos territorios, pero igualmente todo el conjunto, el sistema fortificado, desarrolló una función sumamente importante en la historia insular en tiempos de la colonia y posteriormente en la guerra de independencia. al Castillo de San Carlos Borromeo se le asignó la salvaguarda del puerto de Pampatar, que fue era el más importante en su momento, y una misión nada desdeñable, el cuidado de las salinas cercanas que se encuentran detrás de Punta Ballena, evitando que los holandeses se apropiaran de ellas, dado que su comercio era una de las actividades económicas más relevantes pues esta industria durante un tiempo suministró el vital producto a algunas islas del Caribe.
Gracias a la protección que le brindaron estas fortificaciones, la Isla de Margarita subsistió con sus villas, campos, salinas y puertos. Para estos mismos lugares se diseñaron grandes y complejos proyectos que alojarían gran cantidad de tropa y de recursos, pero que nunca se materializaron. La escasez de agua potable y la insuficiente producción de alimentos no permitieron un mayor florecimiento de la región que justificara su presencia. Sin embargo, las fortificaciones existentes poseen valores históricos y formales suficientes para ser reconocidos y apreciados, y por tanto, conservados y revalorizados en el contexto urbano y humano nacional.
Los Espacios Fortificados en la Dinámica Contemporánea y Efectos
En los últimos años ha habido algunos intentos de desarrollar usos contemporáneos en los espacios de los Castillos. Hemos observado también que no se le ha dado continuidad debido a que las actividades realizadas se han revelado causantes de mayor deterioro por su misma naturaleza. En la actualidad solamente se brinda a los visitantes la oportunidad de una recreación pasiva, contemplativa, sin oportunidades para conocer mejor e interpretar el sitio, pero consideramos que pueden desarrollarse muchas formas creativas de aprovechar estos espacios para funciones educativas y recreativas, al mismo tiempo que se puede lograr la consolidación y el enriquecimiento del sentido de identificación de los lugareños con el sitio y con el bien inmueble, basándose en la historia y en las características arquitectónicas y constructivas dentro de un contexto nacional y hasta global.
El conocimiento y la trasmisión del significado y función de estas fortificaciones dentro de un sistema regional como defensores de un territorio codiciado por muchos por su situación geográfica y sus riquezas naturales, la trascendencia de los hechos que allí tuvieron lugar desde su origen constructivo hasta el presente, la importancia de la calidad del diseño de este tipo de edificaciones, la relevancia urbana de su presencia son valores que indudablemente saldrán fortalecidos mientras que la población local y foránea tendrá la ganancia de nuevos espacios para el esparcimiento y el aprendizaje.
Opinión Final Situación Actual Y Posibles Causas
El Castillo de San Carlos Borromeo está prácticamente inmerso en la trama urbana, y aunque es una referencia visual para lugareños y visitantes, la importancia de su imagen está minimizada a causa de las construcciones e intervenciones contemporáneas que no han respetado sus proporciones y las de la iglesia del Cristo del Buen Viaje, los cuales conforman, junto con la plaza, el conjunto central del centro tradicional “protegido” por la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (1993). Desde su plataforma se puede distinguir, hacia el este, la bahía de Pampatar y La Caranta, y hacia el oeste, la costa sur de la isla y la conurbación que desde finales del siglo XX une a las ciudades de Porlamar y Pampatar, donde se concentran la mayoría de los complejos hoteleros citadinos y los centros y avenidas comerciales de mayor prestigio.
Es posible promover a través de estos espacios la valorización de otros bienes patrimoniales de la zona, los de carácter intangible, así como integrar las visitas guiadas a estos sitios en circuitos históricos relacionando edificaciones y conjuntos de la misma época, por decir los recursos más obvios, para no tener más “cascarones vacíos”, pero para ello deben haber respuestas institucionales contundentes con asignación de recursos y continuidad de programas. Los organismos públicos o privados que son sus custodios deben ver a estos bienes del patrimonio como inversiones que generan beneficios económicos, además de empleos directos e indirectos ingresos por actividades y productos relacionados.






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